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La modernización de la PDI es un proceso de transformación en marcha, que tiene el propósito de desarrollar y fortalecer las capacidades de la organización para brindar servicios policiales de calidad a sus distintos usuarios y contribuir con excelencia a la coproducción de seguridad y justicia, en sintonía con las necesidades, demandas y expectativas de la sociedad y sus autoridades.

La modernización de la policía representa un esfuerzo sostenido de cambio. Se trata de un proceso iniciado a fines de la década de los noventa, en un período en que las prioridades institucionales se centraban en disminuir una brecha histórica de recursos y medios para la investigación criminal, además de dignificar las condiciones laborales de los detectives.

Durante esta primera etapa de la modernización (1997-2003) se ejecutaron un conjunto de proyectos al alero del Plan Fénix y Plan Fénix II que significaron importantes avances en términos de infraestructura y tecnología. Una vez cumplido parcialmente el objetivo de revertir el déficit histórico, a partir del año 2003 se renueva la manera de entender el desarrollo policial y se formula una visión acerca de los atributos que la institución debía alcanzar en el mediano plazo.

De esta forma, la segunda etapa de la modernización (2004-2010) buscó  impulsar un profundo cambio en la organización. Uno de naturaleza distinta, destinado a modificar las lógicas de actuación, al introducir en la actividad policial, conceptos de gestión como orientación a resultados, eficacia, eficiencia, calidad de servicio, accountability y transparencia, en concordancia con las tendencias de renovación de la gestión pública que han orientado la modernización del Estado chileno durante la última década. Esta segunda etapa de la modernización se implementó en tres fases:

En la Primera Fase (2004 - 2005) el Alto Mando estableció las bases de la transformación, a través de la definición de lineamientos estratégicos y directrices del cambio, que se expresaron en una agenda de desarrollo con un horizonte de trabajo hacia el año 2010 y la formulación de un Plan Estratégico de Desarrollo Institucional, denominado “Plan Minerva”.

Con la formulación del Plan Minerva, las funciones encomendadas a la institución se organizaron en cuatro áreas de servicio, las que también se expresaron en la declaración de una misión renovada y la visión de alcanzar estándares propios de una policía de alto rendimiento.

  De este modo, la PDI se proyectó como una policía de ciclo completo, capaz de prestar servicios especializados a sus distintos usuarios en todo el territorio nacional en las áreas de la Investigación Criminal, la Prevención Estratégica, la Seguridad Pública y Ciudadana y, por último, el Control Migratorio y la Seguridad Internacional. A su vez, en este período la PDI introduce nuevas herramientas y estilos de gestión, entre los cuales destacan la planificación estratégica, el control de gestión, metas e indicadores,  para producir alineamiento estratégico, generar métricas de la gestión policial e implementar procesos de rendición de cuenta pública.

En la Segunda Fase (2006 - 2008) se puso en marcha una cartera de 12 programas y 25 proyectos de fortalecimiento institucional orientados a responder a las demandas internas y externas de la policía, sobre la base de un análisis de cuatro procesos críticos para los servicios de la policía y nueve pilares que sustentaban la estrategia de desarrollo. Estas iniciativas abarcaron áreas relacionadas con desarrollo organizacional, recursos humanos, reingeniería de procesos, gestión administrativa, gestión financiera, calidad del servicio, buenas prácticas y cooperación internacional, entre otras.

En el entendido que la implementación de la estrategia modernizadora requería la convergencia de esfuerzos y una supervisión constante, se creó una estructura de conducción del Plan Minerva, compuesta por un Comité de Gestión –integrado por jefaturas institucionales- y un Consejo Consultivo, en que participaron representantes del Ministerio del Interior y la Subsecretaría de Investigaciones, además de organismos técnicos, expertos en seguridad y representantes de la sociedad civil. Lo anterior contribuyó a dotar al proceso de los niveles de respaldo, credibilidad y legitimidad necesarios para su adecuado desenvolvimiento.

En la Tercera Fase (2009 - 2010) los proyectos del Plan Minerva logran consolidarse, ofreciendo resultados concretos y beneficios tangibles. En esta línea, se efectúan auditorías de gestión y evaluaciones de impacto  que constatan los logros alcanzados y permiten advertir las dificultades y adoptar medidas para correcciones oportunas.

De este modo, a diciembre de 2009, concluye con éxito la ejecución de 18 proyectos del Plan Minerva, lo que representa, en promedio, un avance del 95 por ciento de la estrategia de modernización. En tanto, los siete proyectos restantes tienen plazo de término dentro del primer semestre de 2010.

 

 
 
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